La tarea de profesor o profesora no trata sólo de formar y de educar; tiene un componente muy importante del que poca gente habla: sostener a todos y cada uno de los alumnos y alumnas del aula. Cada uno con sus necesidades, emociones, caracteres y ritmos. El escenario impuesto por el COVID-19 dificulta aún más esta gestión. Tengo la suerte de haber ofrecido mis formaciones en gestión emocional y resolución de conflictos a centenares de profesores y profesoras, y la respuesta a estas formaciones siempre es positiva. Si formas parte de un proyecto educativo, sigue leyendo:
Ser profesor/a en tiempos de coronavirus
La nueva realidad en la que estamos inmersos actualmente como consecuencia de la COVID-19 nos está obligando a transformarnos y aprender a tomar consciencia de la importancia del auto-cuidado y de la mirada hacia el otro. Estos principios, introducidos de forma implícita fruto de la instauración de las nuevas medidas de seguridad para la prevención del contagio del virus, se notan especialmente en las escuelas (por ejemplo: evitar el contacto, mantener la distancia de seguridad, la nueva modalidad de «clases burbuja» en las que los niños solo pueden interactuar con sus compañeros de aula, etc.).
Es por eso que, ahora más que nunca, la educación y el acompañamiento emocional deben tomar especial protagonismo dentro del contexto educativo por tal de dotar las herramientas y recursos a los profesores y profesoras. No debemos olvidarnos de que son uno de los colectivos más afectados, el cual vive sometido a un constante cambio de medidas y retos personales y profesionales. Podríamos decir que se está generando mucha polémica alrededor de la tarea de maestro y se está cuestionando su rol desde el confinamiento.
Una cosa es segura: como referentes en la educación de nuestros hijos/as, juntamente con la familia, es un deber ineludible para la sociedad procurarles cuidado y bienestar: sólo estamos en disposición de cuidar al otro cuando nos cuidan (y miran) a nosotros.
Si tenemos en cuenta esta premisa, como ya digo, ineludible, hablar de Formación en gestión emocional y resolución de conflictos debería ser una prioridad para cualquier claustro docente. ¿Por qué? Porque, como decíamos, la tarea del profesor/a no sólo consiste en impartir materia, sino también en estar presente, acompañar y sostener tantas emociones y necesidades como alumnos/as haya dentro del aula (además de las propias, ¡claro!). Para que esto pueda darse de forma óptima, el adulto debe poder tener las herramientas y el conocimiento necesario para hacerlo, además de una buena conciencia emocional y autoconocimiento. Especialmente si a esta ecuación le añadimos el escenario que vivimos actualmente, donde la incertidumbre, el miedo y el cambio son el pan de cada, la tarea del profesor y profesora se dificulta aún más.
El trabajo emocional en las escuelas
Algunas escuelas ya son conscientes de esto: por ello que hayan arrancado motores para poner el punto de mira en el trabajo emocional como eje transversal durante el curso escolar, en tutorías y en espacios curriculares dentro de aula con las alumnas y alumnos, como también a nivel profesional con el resto del profesorado.
A título personal, ya son unos cuantos los claustros y profesores/as que he tenido la gran suerte de poder acompañar a través de mis formaciones, presenciales y online, con el objetivo de hacer frente a esta oleada de alumnos/as que necesitan ser atendidos y escuchados de forma diferente. Mis formaciones se caracterizan por ser dinámicas, «emocionantes», divertidas y respetuosas. Cada Grupo y Escuela son únicos y por tanto, deben ser tratados como tal: ahora más que nunca. Es por eso que más allá de la vertiente teórica, pongo especial afecto y atención en la parte vivencial: dinámicas, juegos, crear y compartir se llevan el verdadero protagonismo.
¿Y tú, cómo lo estás viviendo?
Si has llegado hasta aquí, probablemente formes parte de un entorno educativo y algunas de estas palabras te hayan resonado. Si formas parte de una escuela o instituto, me gustaría conocer vuestra situación y que compartas conmigo como lo estáis viviendo. Cuéntame qué necesidades tenéis el claustro de profesores y profesoras e infórmate sin ningún compromiso de mis formaciones. ¿Caminamos juntos?